Me llamo Natalia, y como muchas otras personas, no prestaba especial atención a mi salud, hasta que a los 20 años comencé a tener dolor. Comenzó en la zona lumbar y bajaba, indistintamente por una u otra pierna. Como otras personas, empecé un viaje por traumatólogos y neurocirujanos para intentar obtener una explicación y, sobre todo, una solución a mi problema, que afectaba a mi vida cotidiana. Tras todo este periplo de médicos, me diagnosticaron una protusión y una hernia lumbar sin afectación del nervio, que me propusieron operar. Busqué una segunda opinión y, fue este segundo neurocirujano, quien me recomendó que no lo hiciera porque mi dolor no tenía nada que ver con estas patologías. Me recomendó que buscará un sitio donde practicar pilates (hace 20 años, no había tantos sitios donde se impartiese este método y menos con máquinas).
Encontré un sitio y empecé a practicarlo. Poco a poco mi sintomatología empezó a mejorar, aunque no terminaba de irse y surgían otros dolores. Según los médicos eran “idiopáticos” (de origen desconocido).
Fue mi propia situación y los diferentes tratamientos manuales que recibí, los que me impulsaron a empezar a formarme, sobre todo para entender mi propio proceso y dolencia; así me formé en áreas relacionadas con el movimiento como el pilates, los hipopresivos, y en otras relacionadas con el funcionamiento de nuestro cuerpo como la osteopatía, el funcionamiento del Sistema Nervioso Sensoriomotor, cómo se produce dolor y el papel del Sistema Nerviosos Autónomo en las dolencias crónicas.
Todas estas disciplinas tienen algo en común: el estado natural del ser humano es la salud y nuestro organismo busca constantemente mantener el equilibrio entre los diferentes sistemas. Cuando se produce un desequilibrio, ya sea muscular, en nuestro sistema nervioso o en cualquier otro, que no puede solucionar por sí mismo, el organismo se adapta a esta nueva situación, desencadenando un efecto “dominó” de adaptaciones correctivas impidiendo a nuestro cuerpo mantener su estado de salud y equilibrio original.
Así, tras casi 20 años, de probar herramientas, comprobar sus resultados en mí y en otras personas, estudiarlas y comprobar su evidencia científica, decidí que quería aunarlas todas ellas en un único lugar que pudiese ofrecer a cada persona las herramientas que necesitase como parte de su terapia, ya que cada individuo es único y su organismo funciona de forma totalmente diferente a la de otro, reaccionando de manera distinta ante los mismos estímulos.
Con esta premisa y con el objetivo de ayudar a otras personas a mejorar su calidad de vida, como otras personas me ayudaron a mí, nació la idea de Dulaar: un proyecto donde he puesto todo mi cariño y cuyo objetivo es ayudar a las personas cuando la medicina tradicional no puede dar una solución y se limita a tratar los síntomas, en vez de buscar la raíz de estos.
En Dulaar, aplicamos diferentes técnicas que, adaptadas a las necesidades de cada individuo, permiten a los diferentes sistemas de nuestro organismo revertir las “mal adaptaciones” que se hayan producido y así volver a su estado natural de equilibrio.
No lo dudes y devuelve el equilibrio a tu cuerpo.
En Dulaar te guiaremos en todo el proceso.